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El otro día vi un documental, de esos que me gustan tanto, sobre el origen del universo. En una entrevista a la responsable de fotografía de la sonda Voyager 1, ésta comentaba que quería a todo precio convencer a la Nasa para darle la vuelta a la sonda en su viaje y hacer una foto de la Tierra a unos 6.000 millones de kilómetros de distancia.  Pues bien, lo consiguió, y al enseñar la imagen durante el documental esto es lo que dijo: – Al observar esta foto debemos poner en perspectiva todos nuestros problemas y sobretodo todo nuestro ego.  

Un puntito azul. Eso es lo que representamos en la inmensidad de nuestro sistema solar, imagina en qué nos convertimos si nos observamos desde otra galaxia o desde el otro lado del universo… la perspectiva cambiaría aún más, ni siquiera se nos vería.

Pues bien, esto mismo es lo que sucede con tus problemas. Todo depende de la perspectiva con la que los estés observando.

Cambia tu perspectiva

Ver tus problemas como algo colosal, enorme, magnificado, o imposible de superar, no te ayudará a solucionarlos. Esa no es la vía. Inconscientemente tendemos a pensar que preocuparnos excesivamente por nuestros problemas, nos ayudará a solucionarlos. Sin darnos cuenta creemos que darles infinitas vueltas, ponernos nerviosos, ansiosos, no dormir, no comer, nos hace más responsables.

En mi opinión, esto es un error. Por experiencia puedo decir que el efecto de este comportamiento y de tomarte las cosas desde esa perspectiva es bastante contraproducente. Decía Einstein que: «no se puede solucionar un problema con la misma mente con la que hemos creado ese problema«.

El miedo magnifica los problemas. Y cuando esto ocurre, la posibilidad de solucionarlos fácil y rápidamente se reduce. Ahora bien, tienes la opción de alejarte del problema para coger perspectiva.

Al igual que la sonda Voyager, puedes dar unos pasos atrás y ver la situación desde una perspectiva más global:

• Cuando tengas un problema en el trabajo, piensa en cuantas otras cosas han salido bien ese día, esa semana, ese año.
• Recuerda la cantidad de veces que te has equivocado a lo largo de tu vida, y lo vivito y coleando que sigues estando.
• Piensa en cuantas veces has tenido dificultades en tu vida, y cómo has ido superándolo todo al fin y al cabo.
• Si no hay vidas entre tus manos, puedes pensar que al fin y al cabo nadie va a morir, en realidad, no va a pasar nada grave.
• Reconfórtate, recuerda que pase lo que pase, podrás afrontarlo.
• Asegúrate de no identificar ese problema con que no eres válido o con que eres un mal profesional. Muchas veces el problema es una minucia y lo que te preocupa es la posible imagen que los demás pueden tener de ti. Tú vales lo mismo hagas lo que hagas. No importa si te equivocas.
• Recuerda que no es el fin del mundo, la Tierra seguirá girando a pesar de ese problema, y tú seguirás respirando.
• Piensa que en la totalidad de tu existencia, cuando hayan pasado 20 años, probablemente ni te acuerdes de ese problema, no tiene demasiada importancia en la perspectiva de la totalidad de tu vida.

Acepta las consecuencias, no te resistas.

Muchas veces lo que te asusta de un problema es, por ejemplo, la incomodidad de quedarte sin trabajo, y tener que buscar otro. O la incomodidad de tener que rendir cuentas ante tus superiores. O la incomodidad de tener que volver a empezar algo o de cambiar de rumbo. O puede ser la incomodidad de tener que adaptarte a algo que no te gusta.

Tememos a la incomodidad. Nos resistimos a estar incómodos. Y es precisamente esa resistencia la que hace que magnifiques un problema que quizás no es tan grave, que puede que incluso sea trivial. Seguramente es insignificante a los ojos del resto de la humanidad (a menos que manejes bombas nucleares, jejeje, recuerda, mantén la perspectiva).

Si te resistes a los cambios, a los imprevistos, a los retos, a los desafíos, es casi seguro que no serás capaz de mantener la perspectiva ante un problema, por pequeño que sea (ya no digamos uno grande).

Por tanto, acepta. Acepta que la incomodidad forma parte de la vida. No te aferres a estar siempre cómoda/o.

Acepta también, las posibles consecuencias de tu problema si es que este, realmente, no tiene solución.

De hecho, si no tiene solución, preocuparte, no va a mejorar las cosas. Aceptarlo y sacar lo mejor de ti para pasar página y seguir con tu vida, si lo hará.

Acepta, para poder coger perspectiva.

Todavía te queda toda una vida por delante, y recuerda que pase lo que pase, podrás afrontarlo, aunque sea incómodo 😉

Soy Sandra Gonzalez, experta en Autoconfianza y Motivación Laboral. Ayudo sobretodo a mujeres trabajadoras a sentir más confianza en si mismas para que logren recuperar la motivación y el bienestar en su trabajo, mientras aprenden a alejarse del agobio, las preocupaciones y el estrés propios del entorno laboral.

Si quieres saber cómo puedo guiarte para alejarte de las preocupaciones y el sufrimiento en el trabajo, mira aquí lo que tengo preparado para ti 🙂

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Un abrazo!

Sandra.